Me decidí a hacer un blog nuevo. Este sería como una resaca de mis pasados tres o cuatro años.
Lo hice en tumblr porque me pareció una plataforma más fácil, y linda. Me costó unos días entenderlo y decifrarlo (por más que sea muy fácil) pero para mi, cada cosa en la que me emprendo necesita un reconocimiento de unos días para adentrarme en eso.


www.lemagicien.tumblr.com


De paso cuento, comento, charlo que: mañana expongo mis fotografías en una fiesta. 
http://www.facebook.com/event.php?eid=247942878554466
ése es el evento. 
No creo que nadie llegue a leerlo a tiempo, como siempre, cuelgo y las cosas las digo un día antes. 
Sí, todas mis amigas me putearon. y bue.


Lo lindo (además de exponer), es que se festeja el cumpleaños de mi prima que no veo desde el recital de Franz Ferdinand y tocan unas bandas, además de que exponen otras personas.

Carta a una señorita en París

si no contara que cada rincón de París me hizo acordar a J C, estaría ocultando un gran recuerdo.



.Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará. Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma, aquí los libros (de un lado en español, del otro en francés e inglés), allí los almohadones verdes, en este preciso sitio de la mesita el cenicero de cristal que parece el corte de una pompa de jabón, y siempre un perfume, un sonido, un crecer de plantas, una fotografía del amigo muerto, ritual de bandejas con té y tenacillas de azúcar... Ah, querida Andrée, qué difícil oponerse, aun aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia. Cuán culpable tomar una tacita de metal y ponerla al otro extremo de la mesa, ponerla allí simplemente porque uno ha traído sus diccionarios ingleses y es de este lado, al alcance de la mano, donde habrán de estar. Mover esa tacita vale por un horrible rojo inesperado en medio de una modulación de Ozenfant, como si de golpe las cuerdas de todos los contrabajos se rompieran al mismo tiempo con el mismo espantoso chicotazo en el instante más callado de una sinfonía de Mozart. Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su habitante lejana. Y yo no puedo acercar los dedos a un libro, ceñir apenas el cono de luz de una lámpara, destapar la caja de música, sin que un sentimiento de ultraje y desafio me pase por los ojos como un bando de gorriones.
Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted se ha ido a París, yo me quedé con el departamento de la calle Suipacha, elaboramos un simple y satisfactorio plan de mutua convivencia hasta que septiembre la traiga de nuevo a Buenos Aires y me lance a mí a alguna otra casa donde quizá... Pero no le escribo por eso, esta carta se la envío a causa de los conejitos, me parece justo enterarla; y porque me gusta escribir cartas, y tal vez porque llueve.
Me mudé el jueves pasado, a las cinco de la tarde, entre niebla y hastío. He cerrado tantas maletas en mi vida, me he pasado tantas horas haciendo equipajes que no llevaban a ninguna parte, que el jueves fue un día lleno de sombras y correas, porque cuando yo veo las correas de las valijas es como si viera sombras, elementos de un látigo que me azota indirectamente, de la manera más sutil y más horrible. Pero hice las maletas, avisé a la mucama que vendría a instalarme, y subí en el ascensor. Justo entre el primero y segundo piso sentí que iba a vomitar un conejito. Nunca se lo había explicado antes, no crea que por deslealtad, pero naturalmente uno no va a ponerse a explicarle a la gente que de cuando en cuando vomita un conejito. Como siempre me ha sucedido estando a solas, guardaba el hecho igual que se guardan tantas constancias de lo que acaece (o hace uno acaecer) en la privacía total. No me lo reproche, Andrée, no me lo reproche. De cuando en cuando me ocurre vomitar un conejito. No es razón para no vivir en cualquier casa, no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callándose.
Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico, y yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a la de tantos que compran sus conejos en las granjas.
Entre el primero y segundo piso, Andrée, como un anuncio de lo que sería mi vida en su casa, supe que iba a vomitar un conejito. En seguida tuve miedo (¿o era extrañeza? No, miedo de la misma extrañeza, acaso) porque antes de dejar mi casa, sólo dos días antes, había vomitado un conejito y estaba seguro por un mes, por cinco semanas, tal vez seis con un poco de suerte. Mire usted, yo tenía perfectamente resuelto el problema de los conejitos. Sembraba trébol en el balcón de mi otra casa, vomitaba un conejito, lo ponía en el trébol y al cabo de un mes, cuando sospechaba que de un momento a otro... entonces regalaba el conejo ya crecido a la señora de Molina, que creía en un hobby y se callaba. Ya en otra maceta venía creciendo un trébol tierno y propicio, yo aguardaba sin preocupación la mañana en que la cosquilla de una pelusa subiendo me cerraba la garganta, y el nuevo conejito repetía desde esa hora la vida y las costumbres del anterior. Las costumbres, Andrée, son formas concretas del ritmo, son la cuota del ritmo que nos ayuda a vivir. No era tan terrible vomitar conejitos una vez que se había entrado en el ciclo invariable, en el método. Usted querrá saber por qué todo ese trabajo, por qué todo ese trébol y la señora de Molina. Hubiera sido preferible matar en seguida al conejito y... Ah, tendría usted que vomitar tan sólo uno, tomarlo con dos dedos y ponérselo en la mano abierta, adherido aún a usted por el acto mismo, por el aura inefable de su proximidad apenas rota. Un mes distancia tanto; un mes es tamaño, largos pelos, saltos, ojos salvajes, diferencia absoluta Andrée, un mes es un conejo, hace de veras a un conejo; pero el minuto inicial, cuando el copo tibio y bullente encubre una presencia inajenable... Como un poema en los primeros minutos, el fruto de una noche de Idumea: tan de uno que uno mismo... y después tan no uno, tan aislado y distante en su llano mundo blanco tamaño carta.
Me decidí, con todo, a matar el conejito apenas naciera. Yo viviría cuatro meses en su casa: cuatro -quizá, con suerte, tres- cucharadas de alcohol en el hocico. (¿Sabe usted que la misericordia permite matar instantáneamente a un conejito dándole a beber una cucharada de alcohol? Su carne sabe luego mejor, dicen, aunque yo... Tres o cuatro cucharadas de alcohol, luego el cuarto de baño o un piquete sumándose a los desechos.)
Al cruzar el tercer piso el conejito se movía en mi mano abierta. Sara esperaba arriba, para ayudarme a entrar las valijas... ¿Cómo explicarle que un capricho, una tienda de animales? Envolví el conejito en mi pañuelo, lo puse en el bolsillo del sobretodo dejando el sobretodo suelto para no oprimirlo. Apenas se movía. Su menuda conciencia debía estarle revelando hechos importantes: que la vida es un movimiento hacia arriba con un clic final, y que es también un cielo bajo, blanco, envolvente y oliendo a lavanda, en el fondo de un pozo tibio.
Sara no vio nada, la fascinaba demasiado el arduo problema de ajustar su sentido del orden a mi valija-ropero, mis papeles y mi displicencia ante sus elaboradas explicaciones donde abunda la expresión «por ejemplo». Apenas pude me encerré en el baño; matarlo ahora. Una fina zona de calor rodeaba el pañuelo, el conejito era blanquísimo y creo que más lindo que los otros. No me miraba, solamente bullía y estaba contento, lo que era el más horrible modo de mirarme. Lo encerré en el botiquín vacío y me volví para desempacar, desorientado pero no infeliz, no culpable, no jabonándome las manos para quitarles una última convulsión.
Comprendí que no podía matarlo. Pero esa misma noche vomité un conejito negro. Y dos días después uno blanco. Y a la cuarta noche un conejito gris.
Usted ha de amar el bello armario de su dormitorio, con la gran puerta que se abre generosa, las tablas vacías a la espera de mi ropa. Ahora los tengo ahí. Ahí dentro. Verdad que parece imposible; ni Sara lo creería. Porque Sara nada sospecha, y el que no sospeche nada procede de mi horrible tarea, una tarea que se lleva mis días y mis noches en un solo golpe de rastrillo y me va calcinando por dentro y endureciendo como esa estrella de mar que ha puesto usted sobre la bañera y que a cada baño parece llenarle a uno el cuerpo de sal y azotes de sol y grandes rumores de la profundidad.
De día duermen. Hay diez. De día duermen. Con la puerta cerrada, el armario es una noche diurna solamente para ellos, allí duermen su noche con sosegada obediencia. Me llevo las llaves del dormitorio al partir a mi empleo. Sara debe creer que desconfío de su honradez y me mira dubitativa, se le ve todas las mañanas que está por decirme algo, pero al final se calla y yo estoy tan contento. (Cuando arregla el dormitorio, de nueve a diez, hago ruido en el salón, pongo un disco de Benny Carter que ocupa toda la atmósfera, y como Sara es también amiga de saetas y pasodobles, el armario parece silencioso y acaso lo esté, porque para los conejitos transcurre ya la noche y el descanso.)
Su día principia a esa hora que sigue a la cena, cuando Sara se lleva la bandeja con un menudo tintinear de tenacillas de azúcar, me desea buenas noches -sí, me las desea, Andrée, lo más amargo es que me desea las buenas noches- y se encierra en su cuarto y de pronto estoy yo solo, solo con el armario condenado, solo con mi deber y mi tristeza.
Los dejo salir, lanzarse ágiles al asalto del salón, oliendo vivaces el trébol que ocultaban mis bolsillos y ahora hace en la alfombra efímeras puntillas que ellos alteran, remueven, acaban en un momento. Comen bien, callados y correctos, hasta ese instante nada tengo que decir, los miro solamente desde el sofá, con un libro inútil en la mano -yo que quería leerme todos sus Giraudoux, Andrée, y la historia argentina de López que tiene usted en el anaquel más bajo-; y se comen el trébol.
Son diez. Casi todos blancos. Alzan la tibia cabeza hacia las lámparas del salón, los tres soles inmóviles de su día, ellos que aman la luz porque su noche no tiene luna ni estrellas ni faroles. Miran su triple sol y están contentos. Así es que saltan por la alfombra, a las sillas, diez manchas livianas se trasladan como una moviente constelación de una parte a otra, mientras yo quisiera verlos quietos, verlos a mis pies y quietos -un poco el sueño de todo dios, Andrée, el sueño nunca cumplido de los dioses-, no así insinuándose detrás del retrato de Miguel de Unamuno, en torno al jarrón verde claro, por la negra cavidad del escritorio, siempre menos de diez, siempre seis u ocho y yo preguntándome dónde andarán los dos que faltan, y si Sara se levantara por cualquier cosa, y la presidencia de Rivadavia que yo quería leer en la historia de López.
No sé cómo resisto, Andrée. Usted recuerda que vine a descansar a su casa. No es culpa mía si de cuando en cuando vomito un conejito, si esta mudanza me alteró también por dentro -no es nominalismo, no es magia, solamente que las cosas no se pueden variar así de pronto, a veces las cosas viran brutalmente y cuando usted esperaba la bofetada a la derecha-. Así, Andrée, o de otro modo, pero siempre así.
Le escribo de noche. Son las tres de la tarde, pero le escribo en la noche de ellos. De día duermen ¡Qué alivio esta oficina cubierta de gritos, órdenes, máquinas Royal, vicepresidentes y mimeógrafos! Qué alivio, qué paz, qué horror, Andrée! Ahora me llaman por teléfono, son los amigos que se inquietan por mis noches recoletas, es Luis que me invita a caminar o Jorge que me guarda un concierto. Casi no me atrevo a decirles que no, invento prolongadas e ineficaces historias de mala salud, de traducciones atrasadas, de evasión Y cuando regreso y subo en el ascensor ese tramo, entre el primero y segundo piso me formulo noche a noche irremediablemente la vana esperanza de que no sea verdad.
Hago lo que puedo para que no destrocen sus cosas. Han roído un poco los libros del anaquel más bajo, usted los encontrará disimulados para que Sara no se dé cuenta. ¿Quería usted mucho su lámpara con el vientre de porcelana lleno de mariposas y caballeros antiguos? El trizado apenas se advierte, toda la noche trabajé con un cemento especial que me vendieron en una casa inglesa -usted sabe que las casas inglesas tienen los mejores cementos- y ahora me quedo al lado para que ninguno la alcance otra vez con las patas (es casi hermoso ver cómo les gusta pararse, nostalgia de lo humano distante, quizá imitación de su dios ambulando y mirándolos hosco; además usted habrá advertido -en su infancia, quizá- que se puede dejar a un conejito en penitencia contra la pared, parado, las patitas apoyadas y muy quieto horas y horas).
A las cinco de la mañana (he dormido un poco, tirado en el sofá verde y despertándome a cada carrera afelpada, a cada tintineo) los pongo en el armario y hago la limpieza. Por eso Sara encuentra todo bien aunque a veces le he visto algún asombro contenido, un quedarse mirando un objeto, una leve decoloración en la alfombra y de nuevo el deseo de preguntarme algo, pero yo silbando las variaciones sinfónicas de Franck, de manera que nones. Para qué contarle, Andrée, las minucias desventuradas de ese amanecer sordo y vegetal, en que camino entredormido levantando cabos de trébol, hojas sueltas, pelusas blancas, dándome contra los muebles, loco de sueño, y mi Gide que se atrasa, Troyat que no he traducido, y mis respuestas a una señora lejana que estará preguntándose ya si... para qué seguir todo esto, para qué seguir esta carta que escribo entre teléfonos y entrevistas.
Andrée, querida Andrée, mi consuelo es que son diez y ya no más. Hace quince días contuve en la palma de la mano un último conejito, después nada, solamente los diez conmigo, su diurna noche y creciendo, ya feos y naciéndoles el pelo largo, ya adolescentes y llenos de urgencias y caprichos, saltando sobre el busto de Antinoo (¿es Antinoo, verdad, ese muchacho que mira ciegamente?) o perdiéndose en el living, donde sus movimientos crean ruidos resonantes, tanto que de allí debo echarlos por miedo a que los oiga Sara y se me aparezca horripilada, tal vez en camisón -porque Sara ha de ser así, con camisón- y entonces... Solamente diez, piense usted esa pequeña alegría que tengo en medio de todo, la creciente calma con que franqueo de vuelta los rígidos cielos del primero y el segundo piso.
Interrumpí esta carta porque debía asistir a una tarea de comisiones. La continúo aquí en su casa, Andrée, bajo una sorda grisalla de amanecer. ¿Es de veras el día siguiente, Andrée? Un trozo en blanco de la página será para usted el intervalo, apenas el puente que une mi letra de ayer a mi letra de hoy. Decirle que en ese intervalo todo se ha roto, donde mira usted el puente fácil oigo yo quebrarse la cintura furiosa del agua, para mí este lado del papel, este lado de mi carta no continúa la calma con que venía yo escribiéndole cuando la dejé para asistir a una tarea de comisiones. En su cúbica noche sin tristeza duermen once conejitos; acaso ahora mismo, pero no, no ahora. En el ascensor, luego, o al entrar; ya no importa dónde, si el cuándo es ahora, si puede ser en cualquier ahora de los que me quedan.
Basta ya, he escrito esto porque me importa probarle que no fui tan culpable en el destrozo insalvable de su casa. Dejaré esta carta esperándola, sería sórdido que el correo se la entregara alguna clara mañana de París. Anoche di vuelta los libros del segundo estante, alcanzaban ya a ellos, parándose o saltando, royeron los lomos para afilarse los dientes -no por hambre, tienen todo el trébol que les compro y almaceno en los cajones del escritorio. Rompieron las cortinas, las telas de los sillones, el borde del autorretrato de Augusto Torres, llenaron de pelos la alfombra y también gritaron, estuvieron en círculo bajo la luz de la lámpara, en círculo y como adorándome, y de pronto gritaban, gritaban como yo no creo que griten los conejos.
He querido en vano sacar los pelos que estropean la alfombra, alisar el borde de la tela roída, encerrarlos de nuevo en el armario. El día sube, tal vez Sara se levante pronto. Es casi extraño que no me importe verlos brincar en busca de juguetes. No tuve tanta culpa, usted verá cuando llegue que muchos de los destrozos están bien reparados con el cemento que compré en una casa inglesa, yo hice lo que pude para evitarle un enojo... En cuanto a mí, del diez al once hay como un hueco insuperable. Usted ve: diez estaba bien, con un armario, trébol y esperanza, cuántas cosas pueden construirse. No ya con once, porque decir once es seguramente doce, Andrée, doce que serán trece. Entonces está el amanecer y una fría soledad en la que caben la alegría, los recuerdos, usted y acaso tantos más. Está este balcón sobre Suipacha lleno de alba, los primeros sonidos de la ciudad. No creo que les sea difícil juntar once conejitos salpicados sobre los adoquines, tal vez ni se fijen en ellos, atareados con el otro cuerpo que conviene llevarse pronto, antes de que pasen los primeros colegiales. Julio Cortázar.


algún scanner por ahí?


Trate de hacer lo posible. Se ven los reflejos, que triste! Es que yo tenía de esas impresoras multifunción, entonces traía un scanner (muy malo), y la impresora se rompió, es gigante, y no la encuentro, un quilombo. en la mac los drivers no me andan, asi que lo tengo que hacer en la pc y anda para la mierda. entonces la última opción, fue sacarle una foto con la cámara digital. 


acá estoy en ciudad universitaria. muy lindos los viajes que me voy a tener que fumar.


con mi panchi


y ahí, en el barrio chino comiendo el helado de pescado, que al fin y al cabo, no era nada del otro mundo, pero estuvo divertido.


por último, el papanoel más bizarro. (en los ojos tenía unos foquitos de luz  verde)



AH, dejo un tema que....AY... me pone la piel de gallina.
es un cover de cilla black

ho-ho-ho





Anoche fui a ver con ese gremlinoel tan lindo la película: TRON: legacy
la música la hace Daft Punk.
algunas cosas de la película no me gustaron. me parecieron innecesarias, otras sí.
La vimos en 3D y la verdad, es que este tema (para mí) deja mucho que desear. los anteojos estaban medio sucios y pensé que se iba a ver un poco mejor..aunque, rescato, hubo un par de momentos que me dieron impresión.



  La verdad es que me pongo muy nerviosa viendo este tipo de películas. Me gustan más las lentas. en las de ciencia ficción, todo el tiempo están pasando cosas y estás como tenso viendo que pasa (medio obvio lo que dije, no?). pero bueno, uno tiene que ser abierto y ver de todo un poco, además la pasé muy muy bien y estuvo buenisimo escuchar la música Daft Punk a un volúmen tan alto, nos rompió la cabeza!


*negativo

La cosa es asi. estoy harta de los laboratorios fotográficos que no se comprometen al cuidado de los negativos y las copias de estos. Entiendo que uno labura por dinero, pero está bueno si a ese trabajo se le pone dedicación y aunque sea un poco de responsabilidad. 
Todo mi enojo viene porque no me cuidaron los negativos y porque en los mismos aparecieron fotogramas revelados y no me salieron las copias, seguramente porque la maquina donde se hacen las copias es automatica y lo que "lee" lo imprime y tal vez alguna de las fotos no tenía tanto contraste o brillo como para que la haga, pero eso se puede modificar. claro, como son tan paja.. todos dejan que la maquina automatizada y que salga lo que salga. entonces dije: "esto no puede ser! encima de gastar plata, no me hacen todas las fotos y me rayan los negativos!". 
Por lo tanto desde ayer (como no tengo escaner y quiero que se vean las fotos que estuve sacando), estuve viendo la manera de directamente digitalizar los negativos. Pude hacerlo! no quedaron RE RE bien, peero..es un avance y me gustó mucho hacerlo.


por lo pronto lo único que me queda hacer es: encontrar un buen laboratorio, revelar SOLO los negativos, ver que lo hicieron con cuidado y hacer este proceso que se dio gracias a: la ayuda de mi novio, internet y pensar un poquito.





dieciocho


 miamorpevopesempre.

borré la última entrada sin querer.
en fin.fin.

del jardín de mi casa.


una flor un poco marchita, que se va a curar.

como el cactus. pobre cactus, se estaba muriendo, ya no daba nada por él. 
no sabía que le pasaba, si necesitaba agua, sol, transplantarlo a otra maceta.
hace poco fui a verlo, tenía tres hermosas florcitas.
.sentí ternura.
.sentí esperanza.
.sentí que amar es tan lindo. 

Luego de la tormenta..


Tengo ganas de dar un salto a una pileta onda y nadar, nadar, nadar..
sentarme en el fondo y mirar al rededor. Una vez lo hice en una pileta que no era mia, ni siquiera la conocía. Era gigante y desde abajo, las paredes y el fondo parecían un horizonte infinito azulino. Sentí una especie de paz que no volví a sentir en mucho tiempo hasta este último.

*


  
(un lego sushi y un poquito de papel picado para festejar)

Rococo

Rayuela, Capítulo 1.

(..) Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.. JC


después de una carta.
una pelea.
mails.
mensajes.
un re-encuentro.
un abrazo.
un beso.
charlas. 
una cena.
la noche fría.
un recital esperado, juntos.
abrazos.
más abrazos.
viajes de sueño.
amor, profundo.

"siento como si todo hubiera vuelto a la normalidad". 
(nos dijimos, con una mirada)




  



cambiar el nombre

Este nombre se me ocurrió un día. es un juego de palabras. sacamos la N del principio y queda Agustina, sacamos la N final y queda Angustia. (noesmuydifícil)
Historia larga, en fin..

(que bizarra la cara del tipo)


bueno, también es un pueblo de España, me acabo de enterar.
y Huarte también lo es. incluso hay un centro de arte llamado "Huarte" en Navarra.



Espero que no le genere inconvenientes a las personas que entraban.

.a dormir. 



y yo allí, pensando en vos siempre. siempre extrañándote..



días de calor

estos días estoy apagadisima.
es un rejunte de cosas:


.termino la secundaria (que tanto quería) ahora no sé si quiero tanto.
.fui a la fadu y me senti el hombrecito del azulejo caminando por ahí sin saber en donde estaba.
.tengo que organizar millones de cosas para antes de que termine enero.
.hace mucho no hablo con mi hermano.
.mi perrita está muy vieja, ya. tiene cara triste.
.me cuesta un huevo, realmente, no exaltarme a la mínima queja que tengan para decirme.
.me es inevitable ponerme al mando de cosas y después decir, para qué carajo me metí en esto?.
.me robaron y al otro día me quisieron volver a robar de nuevo. #laconchabiendelalora. 


así que (creo) no voy a postear por un tiempito. no tengo ganas. ¿a quién le importa? no sé. yo te cuento, total por algo estás leyendo el blog, no?




agustina.
(loextrañotanto)





a veces uno tiene ganas de llorar..
(¿sin razón?)


cuando menos te lo esperas.

voy a compartir una banda que me enamoró.
pero antes voy a contar como llegué a ella.


La otra noche desvelada, me puse a ver la película "Paco" de Diego Rafecas –director de Un Buda–. Y al principio de la película aparece el personaje principal y otro personaje, que es una mujer que vive en la villa y va a ser el catalizador de el conflicto principal que se da en la historia. Esta chica es la que enamora al protagonista (Tomás Fonzi) y lo mete en el tema del paco. "Como una flor de loto en medio del fango".





(el comienzo de la peli, donde aparecen los actores)

Buen, sigo. La voz de la mina me llamo muchísimo la atención, pero no me puse a buscar nada. creí que era un tema hecho para la película y que ni siquiera ella cantaba. Entonces hoy estaba en el gymnacio y empezó la relajación. La profesora empieza a contar que se compró un cd de una banda que le gustaba, claro, era esta mina, y yo me quede estupefacta porque sabía que la había escuchado, entonces pregunté si sabían si era la misma de la película, como nadie la conocía, nadie contestó. Mientras hacían todos los pasos de la relajación me re colgué escuchando y terminé haciendo nada. A penas paramos, fui a ver el cd. 

La banda se llama "Tonolec" y tiene dos discos editados. Yo escuché el segundo, que dicen que es mucho más fuerte que el primero.
 Tonolec es un dúo musical originario de Chaco y Formosa, integrado por Charo Bogarín y Diego Pérez. Su estilo se caracteriza por la fusión de la música electrónica con la música y el canto étnico de la cultura toba.

Estoy muy asombrada. porque hace mucho tiempo estaba imaginando una banda que haga música de este tipo. la voz que tiene la cantante es increíble y que lo fusionen con sonidos electrónicos es como que termina de redondear la idea de lo que estaba buscando justamente ahora. Es como una caricia para mis oídos.
En cualquier momento salgo a comprar el cd, no voy a comprar el primero porque quiero exprimir bien lo que escuché ahora. sino después no terminas disfrutando nada.
Me alegró el viernes, después de todos los fiascos por los que pasé esta semana algo bueno tenía que pasar. 
Tocaron en la trastienda el año pasado. Ojalá vuelvan a tocar pronto. Para mí tiene mucho valor que sea una banda argentina porque la mayoría de toda mi "biblioteca" musical está llena de cosas de afuera y a veces añoro un poco que no tenga más música de acá. 

sus discos son: 




  1. Tonolec
  2. Plegaria del árbol negro (este escuché)

Y acá dejo unos temas que me gustaron mucho:




 





no sé si gustará al que vea este post, pero a mi me hubiera gustado encontrarlos antes. así que ojalá que alguien los disfrute. 


páginas oficiales:


http://www.tonolec.com.ar/
http://www.myspace.com/tonolec
http://www.facebook.com/pages/TONOLEC/116526625636


titila.

estos ojos de quién son?

 


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Cosas que no estan buenas:


me acosté un rato y me quede pensando en cosas, después me dormí.
me entre desperte y me levanté para ver la computadora por si él me había hablado.
y no. pero me había dejado un mail. lo leo, era lindo.
me volví a despertar para ver la computadora por si me había hablado y sí, me había puesto un par de cosas que tenía ganas de leer.


me levanté de nuevo, REALMENTE. y no tenía absolutamente nada.


sueñosdelorto.

amor y paz

hoy fue un día muy lindo, lo re disfruté. Si bien había viento, el sol te pegaba y te daba un poco de calor, entonces me puse a caminar. Camine por todo colegiales y belgrano (creo que era belgrano). Encontré un lugar que venden libros viejos, que me encantó. es todo chiquitito (por lo que pude ver) y tiene cosas buenas, está en lacroze (no me acuerdo la altura). Lo único que me deprime un poco es el tramo a once. pero se pasa rápido.
amor y paz? sí, amor y paz. No sé por qué pero mi conducta está cambiando y me estoy tomando las cosas con humor y eso, la verdad, me pone bien. digamos, estoy bien hoy en día. cosa rara.


Estuve pensando que tengo muchas ganas de pintar, pero en paredes o sea ampliar los dibujos. tengo un montón de bocetos y en grande pueden llegar a quedar lindos. Asi que ya le dije a mi prima, que se prepare porque el mes que viene caigo con tarros de pintura y aerosoles y voy a salir por ahí por colegiales con ella a pintar.
:)


(lafotoesdelmartescuandomecortéelpelo)

I have no idea what you are talking about
Your mouth moves only with someone's hand up your ass



 
Mañana voy al festival ecológico a ver a Juana Molina, Air y Dante. No tengo muchas ganas, pero porque estoy cansada y salgo fusilada de los recitales.


Acá un videito simpático de Juana, que me hace reir mucho cuando se pone a ladrar.

 








solo quiero hablar
no interrumpas/
sentante y escucha
Hoy voy a ver la película de Julia Roberts. la cual llamaría "comer, cagar y coger".
Es una cosa obvia que no quiero ir a verla, pero, que haces cuándo tu hermana y tu vieja te invitan? Porque ya pase por toda esa fase preadolescente a lo que le decía a todo "NO". Me parece que más allá de la película está la idea de compartir un rato, fuera de lo que es todo el ámbito familiar.

un tema, es del cd 2 de in rainbows. un disco del orto.. pero.. este safa un poco


mientras más intentas eliminarme, más aparezco
mientras más intento eliminarte, más apareces
no, no estás equivocado.

 

 es como si te enfrentaras cara a cara con un rayo de luz


A lo mejor cuando sea grande, puedo ser filósofa..
A lo mejor cuando sea grande, puedo ser pastelera..
A lo mejor cuando sea grande, puedo ser grabadora..
A lo mejor cuando sea grande, puedo ser diseñadora..
A lo mejor cuando sea grande, puedo ser..
A lo mejor cuando sea grande, puedo..
A lo mejor cuando sea grande..
A lo mejor

 Te pienso tres veces en los días soleados
y cinco más en los días nublados
 cuento diez veces en el día para no pensarte
y veintidós en la noche para no odiarte
escribo cuatro párrafos sin dudarlo
pero borro siete más sin pensarlo
Leo (a veces) tus cartas y,, me siento para el orto.



violentamente feliz (??)

Quien sea intimo mio(?) sabe que estoy reee contenta (y lo voy a compartir) porque encontre una casita de fotitos que revela rollitos para la dianita (buen, ya fue el diminutivo) y está muy cerca de donde me manejo asi que hoy voy a dormir requetebien.  

tía lela





 siempre me retaba cuando me acostaba en el sillón y tiraba los almohadones al piso.
cuando comía con la boca abierta
cuando decía alguna puteada.
Generalmente charlamos de las novelas pedorras de tv. o de cómo está vestida Mirtha Legrand.
Siempre idolatra a los sobrinos de su barrio pero me halaga los vestidos.
A veces la miro y pienso "cuánto saben los viejos"

Pero que Daft Punk ni Daft Punk!


Flight of the conchords. una serie que recomiendo.
dos neozelandeces viviendo en nueva york, tocando donde pueden. con un manager más perdedor que ellos, empleado del consulado neozelandes. tienen una sola fan, pero van por más.
sus dialogos además de muy perdedores están interesantes.

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Por otro lado, AL FIN TENGO EL SACO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! contenta contenta contenta


Lo busque por todos lados! y cuando lo encontré me puse TAN nerviosa.. pensé que no iba a ser mio.
jeje que boluda me siento pero bueno, es como el capítulo de Los Simpsons que Bart y Lisa quieren ir al parque acuático de Tomy y Daly, él que lo vio me va a entender

En fin.. me voy a leer un ratito "El lugar perdido" de Norma Huidobro